El cancer fue un maestro, me mostró este momento de total oscuridad para luego, poder ver la luz, para poder verme a mi misma. Hoy te comparto el escrito y reflexión de antes y después del proceso, siendo la misma, pero con otra conciencia.
Me tomó el silencio,
en medio de tanta gente.
Me molestaba el ruido, las voces,
me esforzaba por estar divertida.
Busqué convertirme.
¡Ir adentro, más aún, de mí misma!
Tocar fondo.
Quedarme en la nada.
Adentrarme en la noche oscura del alma.
Salí a la soledad del camino.
Me acompañan las miradas cariñosas
como estrellas iluminando la inevitable muerte.
Sucedió entonces…
el Salto al Vacío.
La caída libre más intensa de mi vida.
Solté mi existencia.
Me reconocí un punto en el infinito
y supe que mi casa es el universo.
Fue el momento de encontrarme
cara a cara con el Caos…
Desarmada…
En carne viva…
Vulnerable…
Noche, vacío, caos.
¿Dónde había quedado mi ser?
Era puro centro.
Me había despojado de mí misma.
¡Se desarmó la personalidad!
Quien era, ya no soy.
Surgió mi niña interior
tratando de encarnar sin resistencia.
Caminé por el bosque oscuro
sobre una vía láctea que dibujaba
el sol de medianoche.
Sentí el hilo de mi existencia
sostenida por algo más…,
muy superior a mi comprensión.
La soledad frente a la inmensidad.
Somos pequeños cristales
que conforman el Todo.
Cuando el vacío habla…
susurra en el corazón
un canto letánico que inunda al ser
de eternidad.
Lloré con el sentimiento de miles de años,
por haber corrido los velos.
Y postrándome desnuda
en el desierto de mi existencia;
supe que solo soy
una delicada brisa de Dios.[1]
[1] Texto escrito en el proceso de liberarme de mis propias ataduras, heridas y creencias, luego de superar un cáncer de mama.
Me tomó el silencio,
en medio de tanta gente.
Me molestaba el ruido, las voces,
me esforzaba por estar divertida.
Busqué convertirme.
¡Ir adentro, más aún, de mí misma!
Tocar fondo.
Quedarme en la nada.
Adentrarme en la noche oscura del alma.
Salí a la soledad del camino.
Me acompañan las miradas cariñosas
como estrellas iluminando la inevitable muerte.
Sucedió entonces…
el Salto al Vacío.
La caída libre más intensa de mi vida.
Solté mi existencia.
Me reconocí un punto en el infinito
y supe que mi casa es el universo.
Fue el momento de encontrarme
cara a cara con el Caos…
Desarmada…
En carne viva…
Vulnerable…
Noche, vacío, caos.
¿Dónde había quedado mi ser?
Era puro centro.
Me había despojado de mí misma.
¡Se desarmó la personalidad!
Quien era, ya no soy.
Surgió mi niña interior
tratando de encarnar sin resistencia.
Caminé por el bosque oscuro
sobre una vía láctea que dibujaba
el sol de medianoche.
Sentí el hilo de mi existencia
sostenida por algo más…,
muy superior a mi comprensión.
La soledad frente a la inmensidad.
Somos pequeños cristales
que conforman el Todo.
Cuando el vacío habla…
susurra en el corazón
un canto letánico que inunda al ser
de eternidad.
Lloré con el sentimiento de miles de años,
por haber corrido los velos.
Y postrándome desnuda
en el desierto de mi existencia;
supe que solo soy
una delicada brisa de Dios. [2]
[2] Texto escrito en el proceso de liberarme de mis propias ataduras, heridas y creencias, luego de superar un cáncer de mama.
Lucía Inserra Embajadora de Paz Presidente Fundador Fundación Centro Argentino de Eneagrama Universidad de la Conciencia +549 1149379450 www.luciainserra.com luciainserraconsultores@gmail.com
Te invitamos a escuchar la reflexión de Lucía que nos dio en estas pascuas donde cuenta su camino espiritual con la Noche Oscura del Alma.
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