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De amores y correspondencias


Vemos a nuestro alrededor un mundo en guerra, conflicto, dolores, lleno de mentiras, miedos y cuando hablamos de amor, lo vivimos o lo expresamos nos retraemos y nos da vergüenza.

Hoy vengo a romper eso, porque algo tan lindo que nos pasa que es casi un milagro nos cuesta tanto demostrarlo, nombrarlo abiertamente, decirlo, que lo medimos, dosificamos.


Desde ahí partimos hoy, porque cuando amamos, muchas falsas creencias que no están en la frecuencia del Amor aparecen, como esa basura bajo la alfombra.


Hay formas de vincularnos con los demás que quedan truncadas por miedos, dolores, heridas no sanadas. Cuando no entendemos como aman los demás, cual es el lenguaje de su amor, su idioma, su forma de expresarlo, sus códigos y su forma de interpretar en los demás no podemos dialogar en nuestro idioma del amor con el otro. Esto hace que no nos comprenda, no fluya, no haya intercambio en el cual ambas partes se registran y traducen a su propio idioma esos mensajes de amor compartidos.


Si vemos el espectro de luz, cada color es un código, una frecuencia de amor, desde cada color conocemos un aspecto de esa luz. Nosotros somos esa luz pero vemos algunos colores mejor que otros. Si solo vemos rosa, cuando alguien viene con su color azul no lo interpretamos, no nos interesa, nuestra visión se vuelve un filtro y no interpretamos la energía que el otro viene a darnos con su presencia.


La idea es ver en el otro qué podemos aprender para interpretar su color, el color que mejor saben llevar; y aprender a enseñar como es la vida desde nuestro color, qué contemplamos desde ese aspecto. La idea sería poder volver a la Unidad, esa conciencia que contempla la vida con todos sus colores, frecuencias…

Para eso nos encontramos con los demás, pero el conflicto viene cuando creemos que para que otro nos ame tenemos que SER como el otro, negando nuestra forma de amor, cuando en verdad se trata de integrar al otro en nosotros no de autonegarnos y copiar al otro para ser aceptados, para que nos elijan, por ejemplo. Desde acá debemos partir, registrando todos nuestros colores, aspectos, cualidades, maestrias, valores, tanto las que queremos cambiar, mejorar, adquirir, despertar en conciencia como las que ya somos, habitamos, manifestamos y nos gustan.


Una lista de esas cualidades es la mejor forma de ver y de alguna manera cuantificar cuánto de cada lista tenemos, para registrarnos y entender dónde estamos parados.

Esto lo hacemos desde el eneagrama sistémico, conociendo cuál es nuestro mapa, que tanto nos vemos y percibimos desde cada aspecto del camino de evolución de la conciencia.
Luego vemos dónde están los demás, qué esencia más fuerte manejan, expresan, viven, para así entender cómo entendernos en este compartir que es la vida.

Y volviendo a la expresión del amor, sucede cuando honramos eso que somos y tenemos para dar que nos autovalidamos ese amor, decimos ”Este amor que soy, estoy, vivo, doy es inmenso” desde nuestro ser, luego se trata de ponerlo en juego, ver como fluye hacia otros, sin perder esa fuerza inicial de autovalidarnos.


Cuando expresamos nuestro amor, la historia sigue… ver nuestro amor, como es recibido, comprendido, es otro nivel más.

Muchas veces no nos permitimos ni vivir nuestro amor con nosotros mismos por miedo a esa mirada externa que lo único que hace es reflejar nuestros miedos y dolores internos, que son oportunidades para amarnos más si pasamos esas pruebas.


¿Quién soy cuando amo, cuando me amo?,

cuando con fuerzas me digo:

“me encanta mi forma de amar todo lo que me rodea,

sin esperar nada a cambio, simplemente ser,

cada cual verá que hace con el amor que recibe”.


El milagro primero es ver que ese amor que somos nos da vida a nosotros mismos, inspira a los demás a encontrar su propio amor, su propio combustible de vida que le da continuidad a nuestra evolución, obteniendo ese amor de la fuente y no pidiéndola a los demás que devuelvan lo que reciben, sino por el contrario, autogenerando ese amor, desde ahí no hay escasez, porque producimos ese amor siempre.


¿Quién soy yo cuando desbordo amor?

Quizás moveremos miedos y dolores de los demás,

como un fuerte chorro de agua

que mueve lo que no es del Ser.

Que ese amor lleve claridad a otros corazones

para que vean más el amor que sale de ellos.


Que así sea y así es.


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