Programa En Conciencia | Universidad de la Conciencia
Viernes 24 de Julio 10 am | Facebook Live /EnConciencia
Les comparto el desarrollo completo del tema que tuvimos el Viernes 24 de julio con Lucia Inserra en Directo.
Soy Vanina Jordan, terapeuta de Niño Interno.
Les voy a contar algo para ponerlos en contexto.
El otro dia mi prima me pasa una foto mia a los 3 años con ella a upa de un año de edad, las dos en un sillón. Ella llorando. Mi cara en la foto era de "desconcierto, y yo no fui, yo no la hice llorar, que alguien la calme y no me reten!".
Les cuento el panorama, lo teórico y simple, para se hagan una idea.
Tenemos un momento de nuestras vidas donde eramos chiquitos (nos trasladamos del 1er año de vida a los 7 años donde aprendemos nuestro primer ciclo de pruebas y depende como aprendemos, el amor que nos dan y el significado que nos transmiten de nuestra vida: esos son nuestros cimientos. A partir de ahí empezamos a repetir la misma historia, ciclos, pruebas, y complejidad.
Si tenemos algo de base aprendido más o menos, tenemos oportunidad de aprender lo que nos falta y un poquito más, como que nos tenemos que apurar para volver al ritmo.
Después tenemos situaciones, estamos en contacto con gente, que está en la misma que nosotros; les quedaron cosas por aprender, o cosas que ya las dieron por terminadas y no las van a modificar aunque les traiga problemas.
Hasta ahi barbaro, nosotros chiquitos y los adultos.
Nos transfieren sus códigos, cuando digo códigos, digo “sus formas de ver la vida”.Si a ellos no les da resultado algo, nos los transfieren así. Y ahí es “fijate vos que haces con eso”.
Pero nosotros somos chiquitos.
Me miran y me dicen:
—Que linda!
y como yo no me veo, saco la conclusión de que debo ser linda.
si soy lenta o ágil, si soy alta, yo les creo, me están mirando, alimentando, me dan amor, en el mejor de los casos.
Les creo son mi única realidad primaria.
Nuestra imagen de nosotros mismos en primera instancia es la idea que nos transmiten nuestros vínculos primarios.
Sacamos conclusiones a través de la mirada del otro.
Sacamos deducciones de como soy, porque no me veo. No se como interpretarme.
Este seria el apartado de la identidad.
Después tenemos otro apartado el de la prueba.
Depende la persona que nos acompaña será la forma de pasar las pruebas.
Nos enseñan quienes nos acompañan a pasar las primeras pruebas.
Si ellos no las saben pasar, nosotros no aprenderemos de ellos como pasarlas.
La situación modelo es:
Yo estoy llorando. “Nuestras crisis”.
Se me cayó el chupete. Crisis.
Tengo gases. Crisis. (Porque me duele algo.)
Tengo sueño. Crisis.
"Me esta pasando algo que no puedo resolver por mi mismo."
Necesito a alguien.
Depende “como me calman a mí el llanto", me están enseñando las bases de mi vida.
Distintos casos en rangos de “menos amor a más amor”.
Te calmo pegando.
Te calmo gritándote.
Te dejo ahí.
Me acerco y digo bueno bueno ya pasó.
Te pregunto como estás, intento entender.
Te abrazo y te doy lo que necesitas.
La identidad: como nos miran.
Las crisis como nos hacen dejar de llorar.
A nosotros nos quedaron momentos de nuestras vidas
como banderas clavadas diciendo:
¡Acá esta niña quedó llorando!
¡Acá a esta niña no la escucharon!
¡Acá la dejaron sola!
¡Acá no la entendieron!
¡Acá le gritaron!
Entonces vamos llenando un jardín de infantes con niños llorando, calmados pero tristes,
con bronca, que no sabemos como hacer para que vuelvan a jugar.
Un chico que tiene un juguete nuevo en sus manos, si está llorando, sigue llorando.
Digo juguete a modo ejemplo de lo que es jugar.
Si está llorando no juega.
Si juega o no juega: no se divierte.
Si no se divierte no es feliz.
Después de jugar si no es feliz: no está en paz.
Acá tenemos los temas básicos
Miedo (mirada) y dolor (necesidad)
Volvemos a la foto.
(Situación) Imagínense un niño tratando de calmar a otro niño.
En esa foto tenía un poco de desconcierto.
Si un niño está llorando y otro lo vé:
o se pone a llorar con él, o se acerca y trata, cosas, acciones.
Algo hace.
Llegamos hasta esta instancia en la que nosotros crecimos.
Nos podemos ver como:
¿Vieron esos niños que juegan a ser grandes, con ropa de grandes, pero son chicos?, la ropa no les queda bien y se tropiezan, porque son chicos con algo que les sobra, es excesivo para ellos, cuerpo chiquito con ropa gigantesca.
Estoy haciendo mi mejor intento, me divierto, copio los gestos, tomo un rol y me la creo.
Así nos tenemos que ver a nosotros mismos en ciertos aspectos de nuestras vidas, y esos aspectos son los que nos traen la prueba que no pasamos en el pasado, porque no hubo un adulto completo para nosotros, que nos enseñara una forma que sirva de pasar esa prueba.
Acá es como la máquina del tiempo.
Si nosotros pensamos, y nos vemos a nosotros mismos, como ese chiquito con ropa grande: arrastró la prueba que nunca pudo pasar y no creció en ese aspecto y nosotros nos pusimos ropa grande, pero es chiquito que llega al dia de hoy. Cuando hoy lloramos, está llorando ese chiquito. que no creció y arrastró esa prueba hasta hoy.
Crecimos en 4 aspectos y uno nos quedó chiquito.
Hoy tenemos que desde acá: “desde el adulto”, decir:
—Bueno mis vínculos primarios no me enseñaron a pasar esa prueba. ¿QUÉ HACEMOS?
Es allí cuando salgo a buscar eso que me falta aprender en otro lado!
Y así es como tenemos amigos que nos enseñan, maestros.
Entonces nos paramos en nuestro adulto, para escuchar a ese niño que nos trae esa misma prueba, ese mismo dolor, ese mismo miedo, de tiempo atrás, pero que se arrastró hasta hoy, y esta hoy, está acá con nosotros.
Yo tengo que cerrar los ojos, cuando tengo una prueba, duele el corazon, duele la panza, me siento sola, estoy exigida, siento bronca.
Me pregunto: ¿Qué HAGO?
—Separo, me paro en mi adulta y escucho a la niña, la abrazo, la siento, siento en mi cuerpo físico ese abrazo que no me dieron, escucho, me hablo, eso que no me dijeron.
y me miro, al espejo como nunca me miraron.
Respiro.
Y hoy con sólo hacer eso estoy presente y conectada, con esa herida en el hoy. En el aquí y ahora. Estoy conectada al pasado, pero está acá, hoy. De otra forma, con otros personajes. Parece que es distinta, quizás ni me doy cuenta de dónde viene, de ese pasado y parece hasta nueva.
La terapia del niño interno es más que solo esto, como comer es más que sólo prepararse una comida.
Son muchos movimientos y códigos que hay que tener para atajar los dolores.
Se realiza con un terapeuta, porque si yo adulta hablo con mi niña y yo no aprendí lo que no aprendí en aquel momento, la voy a buscar pero no le puedo transmitir un código nuevo, una nueva forma de ver esa realidad.
No cambio ese registro pero llevo presencia.
Esto es importante.
Nosotros estamos aprendiendo a andar en bicicleta, nos caemos, lastimamos, nos pasan millones de cosas, vértigo, miedo a caernos de nuevo, desconfianza porque nos soltaron, incertidumbre, pero si nos lastimamos, tiene que haber un adulto que nos enseñe a limpiar la herida, a desinfectar, a proteger la herida o no! pero presente para atender la urgencia o ir a un sanatorio si es más grave.
Después de que está atendida la herida, vamos a ver: lo ideal sería que pase todo en simultáneo. Se atiende siempre lo más grave.
Si el niño está llorando desconsolado, se lo calma y después se lo lleva al médico.
Se atiende lo físico (golpe o herida física). Lo sentimental (herida emocional).
y lo mental (herida mental).
Son 3 pilares para resolver íntegramente.
Que no nos queden instancias sin llevar presencia y conexión.
Todo esto de la forma que lo aprendí también tiene un cuidado de la energético.
—No vamos a una herida con barro a querer tapar, primero hay que limpiar, después sanar, después dejar cerrar la herida, cuidarla. Luego uno sale andando y volvemos a jugar.
Creo que lo más valioso de todo esto es entender que tenemos estas energías dentro, nos hacen vernos, de nuevo la mirada, de una forma distinta.
Conclusión y propuesta:
Vernos de una forma más amorosa a nosotros mismos, a nuestras pruebas, nuestros dolores, acercarnos a escucharnos, atendernos, entendernos, contenernos. Y ahí ya nuestra realidad va a cambiar. Porque estamos actuando distinto al registro que tenemos de tantos años, porque es “ese pasado”, repetido en todos los momentos de la vida donde no hubo nadie ahí.
Así que pueden cerrar sus ojos, abrazarse.
Nos hablamos y decimos:
—“Te amo Vanita linda! (nuestro nombre en diminutivo ayuda a acercarnos), gracias por seguir conmigo acá, estoy más atenta a tu presencia.
Me miro (Contacto Visual) en el reflejo de un espejo, y nos decimos (contacto Sonoro), “Te amo” (nuevo contacto de amor).
Estas en mi, estoy en vos!. (Somos Uno).
Pueden Ver la charla que trata de una forma dinámica y con ejemplos esto que hoy les comparto de forma textual. Encuentran la charla completa de Vanina Con Lucia en nuestro Canal de Youtube.
Les compartimos el vínculo aquí mismo.
Gracias por leer, esperamos tus comentarios de la nota y como vivís tu experiencia con tu niño.
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